La Verdad Sin Malicia
Santo Domingo, R.D- Un pueblo educado es un gran peligro para el actual sistema de cosas; porque lo primero que aprenderá este tipo de pueblo es a elegir sus gobernantes. Y gobernantes bien elegidos sabrán seleccionar a sus funcionarios y asesores.
Un gobierno con la composición resultante del ejercicio anterior destierra la corrupción y la incompetencia. Estas pasarán a ser materia de un pasado que no se querrá repetir jamás.
Un pueblo con buena educación aprenderá a aprovechar sus recursos para beneficio de todos, consumirá, pero restablecerá, cosechará pero sembrará.
Cuando los individuos como primer componente de la célula social se eduque, quedará ipso facto educada toda la sociedad, que es lo mismo afirmar que habrá una conciencia colectiva, derribando la afirmación de mucho de que el ¨pueblo no piensa¨.
Un pueblo con conciencia, un pueblo pensante, sabrá diferencia en el acto una proposición seria de una de una demagógica vagabundería.
Un pueblo educado, una sociedad así empoderada, se convierte en resiliente, lo que significa que aprende a construir sobre las adversidades. Hace que las cosas sucedan. Frente a sus desgracias no espera dádivas o condolencias, sino que actúa sacando fuerzas desde el fondo del alma de cada uno de sus integrantes haciendo que se produzca sinergia de tal magnitud que transforman las utopías en realidades.
La grandeza de un pueblo no está en el número de sus habitantes, ni en la extensión de su territorio y aunque parezca una mera figura; tampoco en los recursos de sus suelos. No. La grandeza de los pueblos está en el espíritu de su gente, en su capacidad, en su disposición para hacer que las cosas sucedan.
Por lo que reitero una vez más, que el fin de la educación debe ser formar personas; seres humanos libres, inteligentes y responsables que se empoderen de su rol en la sociedad y más que en ésta, en la vida misma.Lo desarrollen y ejecuten para beneficio propio y de la colectividad universal.
Cuando se eduque de esta forma y manera, desaparecerá el temor a una alta educación del pueblo, porque las cosas viejas habrán pasado. Nos volveremos a ver en el camino. Hasta la próxima. Bendiciones…
Por Darío Nin